Acerca de este blog

Creé este blog con la finalidad de reunir algunas de las notas periodísticas que fui publicando en distintos medios gráficos a lo largo de mi carrera profesional.
La aparición de los textos no tiene necesariamente un orden cronológico de publicación (los más viejos datan del 2000), sino que fueron cargados con la finalidad de que este soporte funcione como un complemento del currículum.

martes, 14 de octubre de 2014

lunes, 13 de octubre de 2014

Nota publicada en la revista Enseñar, de Clarín

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Nota de investigación acerca de la "crisis del lenguaje", publicada en Revista CELCIT nro. 22

http://www.celcit.org.ar/publicaciones/rtc_sum.php?cod=16


INVESTIGAR EL TEATRO
UNA RECORRIDA EN TORNO
 A LA CRISIS DEL LENGUAJE

Beckett, Bernhard, Pavlovsy, Pinter
Por Magdalena Millán

“Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo”
L. Wittgenstein, Tractatus 5.6



El teatro es una expresión artística que, para ser pensada y representada, utiliza especialmente la palabra y el silencio. Este trabajo se propone explorar ciertas zonas conflictivas del lenguaje verbal en algunas las piezas teatrales del irlandés Samuel Beckett, el austríaco Thomas Bernhard, el argentino Eduardo Pavlovsky, y el inglés Harold Pinter, cuatro autores teatrales del siglo XX con fuertes coincidencias estéticas, filosóficas y conceptuales.

Beckett fue quien, por razones cronológicas, ejerció mayor influencia sobre los otros autores mencionados. Tanto Bernhard, como Pavlovsky y Pinter han reconocido en algún momento ciertos elementos que los emparentan con Beckett. Este, a su vez, también ha sido influenciado por otros autores y sus pensamientos, cuya indagación nos permitirá adentrarnos en el origen de la poética beckettiana, donde la palabra aparece como uno de los conflictos principales.

La preocupación de Beckett por el lenguaje y su investigación teórico-filosófica, que comprendió las lecturas del filósofo Ludwig Wittgenstein y la crítica del lenguaje de Fritz Mauthner, se inició en sus épocas de universitario, alrededor de 1930, cuando comenzaban a aparecer sus primeros trabajos narrativos, bastante anteriores a la época de su producción dramática.

El escenario en el que surge la dramaturgia beckettiana es el de los años posteriores a la posguerra europea. Un momento histórico especialmente complejo, en donde la cultura aparecía como carente de sentido, o con un sentido imposible. “Esperando a Godot”, escrita en 1948, fue su primera obra teatral, que recién subió a escena en 1953, para luego transformarse en su pieza más emblemática.

La ausencia o imposibilidad de sentido va a dar nacimiento al “teatro del absurdo”, tendencia inspirada en ciertos textos de Jean Paul Sartre y Albert Camus que adopta para su escritura escénica Eugéne Ionesco. Según define Patrice Pavis[1], el teatro del absurdo surge con “La cantante calva” (1950), de Ionesco, y “Esperando a Godot”, de Beckett.

“Más allá de lo ilógico del diálogo o de la representación escénica, el absurdo implica a menudo una estructura dramática a-histórica y no dialéctica. El hombre es una abstracción eterna incapaz de encontrar algún punto de apoyo en su búsqueda ciega de un sentido que siempre se le escapa. Su acción pierde todo sentido (significación y dirección): la fábula de estas obras es a menudo circular, no guiada por una acción dramática, sino por una búsqueda y un juego con las palabras (...)”.


Reportaje a José Watanabe, Revista CELCIT nro 27

http://www.celcit.org.ar/publicaciones/rtc_sum.php?cod=21



PERÚ. JOSÉ WATANABE: CUANDO NO ESCRIBO, TRABAJO
Entrevistado por Magdalena Millán
 
El peruano José Watanabe, poeta y guionista de cine y televisión, es considerado uno de los más importantes poetas latinoamericanos. Nació en Laredo -Trujillo (norte de Perú)- en 1946, y en 1971 publicó su primer libro "Album de familia", a los que le seguirían "El huso de la palabra", "Historia natural", "Cosas del cuerpo" y "El guardián del hielo". En el 2000 realizó la adaptación de "Antígona", de Sófocles, que este año se montará en Buenos Aires con dirección de Carlos Ianni. La revista Teatro/CELCIT se contactó vía mail con Watanabe, y aquí está el resultado de esa entrevista virtual.

-¿Cuándo comenzó su interés por el teatro?
- En los años 70, en Lima, había un memorable grupo de teatro: Histrión. Me puedo ver aún entrando a uno de sus montajes: "Marat-Sade", de Peter Weiss. Yo tenía un poco más de 20 años. Se dice que una obra así nos hace perder la inocencia y nos induce a mirar el mundo con malicia. Eso me sucedió ese día. Con el tiempo me he convencido de que la malicia es un buen método de conocimiento. 
Por esa misma época leí una obra de Chejov, "El jardín de los cerezos". ¡Qué manera tan sabia de vincular lo histórico y lo individual! Chejov me enseñaba a conmoverme, incluso a solidarizarme, con las vicisitudes de una clase social decadente que se despedía de la Historia (así, con mayúsculas). Después de "El jardín de los cerezos", no se puede ser esquemático ni panfletario (en mi época había mucho de eso). 
Desde entonces mantuve mi interés por el teatro, aunque nunca pensé escribir obra alguna, hasta "Antígona". Mi práctica central era la poesía, y sigue siéndolo. El teatro revela la condición humana de modo más sostenido, no porque esta condición aparezca dentro de un argumento más o menos extenso, sino porque los personajes se van mostrando lentamente, en un proceso de desnudamiento oscilante y angustioso. Mi temperamento está más cerca de la inmediatez de la poesía. Sin embargo, tengo apuntes, núcleos de argumentos que quisiera desarrollar algún día.